Cógeme de la mano por la calle,
sorpréndeme con palabras sinceras, tócame el corazón, arráncame
el dolor.
Corre, déjame correr detrás tuya como
lo hacen en las películas, déjame taparte los ojos con mis manos
para que te gires y brillen tus ojos al verme.
No te vayas cuando te necesite, yo
siempre estaré, siempre como siempre estará en mi todo lo que me
hiciste sentir. Siempre como aquel “SIEMPRE” que escribimos en el
árbol, siempre como siempre.
Llámame a la noche, sólo para
desearme buenas noches, llámame para escuchar ese timbre de voz que
remueve todo mi al rededor, que estremece mi cuerpo, que hace temblar
mi voz al pronunciar un “adiós”.
Sueña que eres la persona perfecta,
despierta con ese “no se que” que me traes siempre; empápate de
esa colonia que me hace olvidar que existe algún olor más. Párame
el reloj cuando eso ocurra, cuando toda la mágia nos rodee, cuando
nada se entrometa, cuando salga de tu boca la palabra amor y yo te
responda: Amor, siempre Amor, no
me importará no saber que hora es... nunca más.
Cuando nos cojamos las manos, nos
miremos a los ojos, cuando los latidos aumenten y resuenen como
piedras en parquet, cuando en el palacio de nuestro amor no coja
nadie con mal corazón... Mírame, sonríeme una vez más.